El inicio del camino de la fe es
una reflexión y análisis del entorno así como del interior de uno mismo. Por
ejemplo, cuando se ha descubierto un nuevo continente o un nuevo lugar,
simplemente con descubrir unas esculturas primitivamente talladas, sabes con
certeza que han existido o existen seres humanos que las han hecho.
No crees
que el viento o el agua les hayan dado forma. Pensar otra cosa es imaginar
demasiado, y el pensamiento científico así lo dice. Me resulta extraño que esos
mismos términos se relativizan si hablamos de DIOS. Existen obras en la
naturaleza de una complejidad increíble. Una primera mirada a esas obras puede
generar dudas sobre su origen, pero lo que no puede crear dudas es que todo el
entorno, lo natural, se rige por comportamientos matemáticos, biológicos,
químicos y físicos perfectos, y esto sí es imposible que ocurra por “el viento,
el agua, la luz o el tiempo evolutivo”. El hombre no puede crear esas fórmulas
perfectas, solo puede intervenir. El hombre no puede crear leyes naturales.
El
equilibrio del ADN humano es increíble. Las células se multiplican y crean vida
con un ciclo limitado y, si se altera, se convierte en enfermedad. Las
constelaciones, con sus propias fuerzas gravitatorias equilibradas, o la
naturaleza y sus ciclos de vida. Si esto fuera espontáneo, también sería muy
sencillo lanzar miles de letras al aire o revolverlas durante muchos años y que
se escribiera un libro. Parece que detrás de algo que tiene sentido siempre hay
una mente inteligente, lo contrario se llama casualidad, y el hombre adulto
sabe que la casualidad ocurre muy pocas veces y a estos niveles de complejidad,
nunca.
Esto
sería el entorno, pero existe el análisis del interior del hombre que es mucho
más complejo. Complejo porque se mezclan muchas cosas y raramente las sabemos
poner en orden. Los deseos, ambiciones, sentimientos, sueños, defectos,
virtudes, sensibilidades, placeres, poder, esfuerzos, egoísmos, humildad,
racionalidad, conocimientos, prosperidad, éxito, confianza, seguridad, miedos,
respeto, etc. Estas complejidades se forjan a través de decisiones y experiencias
que se van transformando en dos caminos, el de la razón y la convicción de que
en el razonamiento está la respuesta a todo, y el camino que necesita sentir
más allá de la razón para estar en equilibrio con lo que ama y quiere, con lo
que siente, con lo que se arrepiente, con lo que perdona, con la esperanza, con
el misterio del AMOR y no solo con la razón. Un camino es razonarlo y controlarlo
todo, incluso el futuro tuyo y de los que dependen de ti, y otro es vivirlo
desde la confianza en Dios, por un camino de vida sin controlar, dudando de tus
capacidades, sabiendo que controlando me esclavizo y confiando en DIOS me
libero de mis propias esclavitudes y me libero de mi propio pecado.
Esto
sería el principio del camino. A todo esto que podemos analizar y sentir por
nosotros, Dios añade la piedra angular de la fe que es JESÚS. JESÚS llega al
mundo porque todo lo anterior solamente es el inicio de nuestra salvación. Dios
sabe que nada se puede sin el amor y JESÚS llega para entregarlo al mundo. No
juzga, perdona. Busca que salgamos de nosotros mismos, de ese control que nos
esclaviza y hace esclavos, y sabe que eso se hace con amor. Se tiene que acercar
a nosotros, pero no lo puede hacer sin que nosotros creamos primero en su
verdad y mandamientos. Una verdad que es la revelación de quién es DIOS y el ser
humano.
En
esta primera fe debemos acercarnos a ÉL. Cada uno tiene una fe muy personal,
nacida de sus experiencias y convicciones, también es una fe débil porque,
aunque creemos en DIOS, cualquier incidente nos desvía de ÉL. Nos debatimos en
buenos deseos y nulas transformaciones de nuestro corazón, le pedimos, le rezamos,
le imploramos siempre deseando que DIOS haga nuestra voluntad en momentos
difíciles, sin darnos cuenta de que el sufrimiento es para buscar esa humildad
que el hombre perdió y que es necesaria y fundamental para relacionarnos con
DIOS. La fe solo existe en la humildad. El sufrimiento lo vemos como una
injusticia y nos devora por dentro cuando no confiamos en DIOS. Hay que
aprender que el hombre será hombre superando las dificultades, y que esas
mismas dificultades purifican y anulan el orgullo haciendo brotar la humildad.
Donde hay orgullo no hay humildad, donde no hay humildad no hay fe, donde no
hay fe no hay relación con Jesús, sin relación con Jesús no se puede conocer a
DIOS.
Pero
lo que creo que más frustración produce en esta etapa es sin duda que, salvo algún
transformado radicalmente, nadie encuentra a JESÚS. No es rezar, pedir, obrar
bien, cumplir con las normas eclesiásticas o mi espiritualidad, mi proceso, mi
búsqueda, mi camino, mi etapa, ni siquiera la búsqueda del amor. Parece que solo
vemos a DIOS a través de nuestras lágrimas. JESÚS no se deja encontrar
simplemente con la voluntad del ser humano (podrías perfectamente, como así
ocurre, alabar a DIOS pero no amarlo). Hace falta algo mucho más verdadero que
eso, que evidentemente tiene que ser así por ser un camino de fe. Lo primero es
decir creo en DIOS, creo en la verdad y mandamientos de JESÚS, y después de
esto, hacer conciencia la verdad y mandamientos de JESÚS. Porque JESÚS no está
en un concepto filosófico, ni moral, ni ideología perfecta, ni mucho menos en
la voluntad del hombre. Esto es lo que hace que DIOS sea una realidad y no una
invención humana. Todos los que lo han encontrado lo han hecho en la conciencia
de su verdad y mandamientos, y todos dicen lo mismo de ÉL: un ser de amor que
cuando sientes lo que te ama, te libera de la verdadera esclavitud que es la
del pecado.
Llegados
a este lugar, es donde debemos explicar lo mejor posible nuestra experiencia y
continuación de todo lo anterior. Hacer conciencia la verdad y mandamientos de
JESÚS es creerlo desde el corazón y en comunidad. Es como nosotros decimos
SALIR DE EGIPTO (por la similitud del camino): nada se puede hacer sólo (nuestra
fe individual es demasiado personal y necesitamos una fe unificadora). En esa
comunidad aparece la realidad de ser esclavos del pecado. No porque decida por
nosotros, sino porque ves que ante el amor y el interés inmediato, elegimos
siempre el interés inmediato ( salvo con nuestros seres queridos y a veces ni
eso, “como hacen los gentiles”). Esto en realidad es lo que se muestra, y evidentemente
deseamos ser hijos y poder elegir el amor libremente. Todo va a ser de aquí en
adelante un camino duro pero purificador, entrando en una noche del alma que
lucha entre la verdad y el interés inmediato. Mientras cedes lentamente, ese
mismo sufrimiento que es dejar de ser yo (el egoísta, el instintivo, el
controlador, el moralista, el interesado, el juez del bien y del mal, el que no
perdona una ofensa, el hipócrita que con los labios honra a DIOS pero su
corazón está en otro lugar, el que abandona al que no le interesa), te purifica
y poco a poco te libera del engaño que genera en el alma nuestra propia
naturaleza. Es una verdadera y clara relación con Jesús, nada de esto sería
posible sin su ayuda. ÉL nos libera. La duración de la noche oscura depende de
anularnos nosotros y que sea ÉL.
Nuestra
naturaleza está basada en un pecado original y un instinto con el que todos
nacemos, un razonamiento que es regalo de DIOS y con el cual aplicamos una
moral sobre la conducta. Esto que nos da mucha autonomía también nos esclaviza,
porque llevamos de la mano al instinto y al pecado, a la razón y al pecado, y a
la moral y al pecado. El hombre no tiene salida. Para que se pueda introducir
el amor es necesario, no anular el pecado por ser esto imposible, pero sí dejar
de ser esclavo de él para que el amor pueda, de la mano de JESÚS, acompañar al
instinto para no dejarlo actuar ni justificarlo. A la razón que quiere
controlarlo todo para que así pueda pensar en los demás de verdad o a una moral
que junto con el amor sí podrá educar un comportamiento vacío de amor y lleno
de interés, siendo así verdaderos hijos de DIOS.
Para
empezar debemos creer en Dios, luego tener fe, después creer en la verdad y
mandamientos de Jesús y hacerlos conciencia, para desde ahí tener relación con
Jesús resucitado y conocer a DIOS nuestro Padre y hacer su voluntad, porque su
voluntad es nuestro bien y el de los demás por puro Amor.
Cuando
desenmascaras tu propio pecado, junto con tus hermanos en fe, dejas de
esconderte para poder decir SÍ SOY PECADOR, y darnos cuenta de que la esencia
del pecado es la misma en todos. Ahora ÉL se acerca allí donde creen en su
verdad y mandamientos y se hace realidad aquello que dijo: “donde dos o más
estén reunidos en mi nombre, ahí estaré yo en medio de ellos”. No se puede
entender de otra forma que siendo un grupo de verdaderos hermanos. Para
recibirlo y acogerlo solo es posible en comunidad, como Iglesia, como pueblo de
Dios, porque ÉL quiere liberar a todos y cada uno de sus hijos. Hasta ahora los
Santos y transformados eran siempre testigos de su Amor y profetas de su verdad
y misericordia para que la fe del hombre no perdiera la esperanza hasta su
llegada dentro de cada uno, la promesa de su infinito AMOR y de la vida eterna.
Después
de que “Dios humille al pecado y te deje salir”, se emprende la misma odisea
que el pueblo elegido de DIOS. Partes hacia un camino que es formación,
confianza, autonomía, conocimiento, donde cambia el proceso temporal. Es decir,
si antes necesitabas controlar, adelantándote a lo que podría pasar,
descontrolándote lo imprevisto, ahora es dejar que la vida viva bajo el control
de la voluntad de DIOS, convirtiéndose los imprevistos en verdaderas pruebas de
confianza. Antes era sufrir y ahora vivir; antes era asegurar, ahora la vida es
una aventura; antes era vivir de deseos, ahora del AMOR de DIOS.
Este
camino que se abre en nuestro horizonte de vida, no está vacío de dificultades,
al contrario tiene más, pero la única diferencia es la promesa que DIOS nos
hace porque a partir de ahora el caminará al lado tuyo siendo tú el que se
esfuerza y ÉL el que te protege y prometiéndote que el único que puede romper
esa relación eres tú, Dios será fiel a la promesa. Es un camino sin meta, la
vida está en la aventura del camino, porque ÉL te protege y tu confías. La
mejor de las relaciones entre un ser humano y DIOS, como un niño se fía y
confía en su PADRE. Todo lo que ves te hace confiar en DIOS, porque no hay
soledad que DIOS no entienda, ni lágrimas que no valore, y por supuesto amor que
ignore.
El
verdadero amor no comete errores, ni miente, ni cambia de parecer, ni duda y
jamás deja de creer en ti. En todo este camino de fe los que cometemos los
errores somos nosotros. Dios no dice acércate para escupirte, ni muere para no
poder resucitar en nuestros corazones, ni conquista corazones por la fuerza. Dios
no vende nada, lo regala todo. Dios es la humildad, la misericordia, el amor.
Dios no cierra la puerta de su casa, siempre tiene agua que dar al sediento y
sabiduría para curar al enfermo. Cuando me abandonen, ÉL me recogerá; cuando no
tenga fuerzas para levantarme ÉL me sostendrá; cuando me pierda, me encontrará;
cuando esté sólo, ÉL se acercará; cuando llore, me acariciará; cuando ría, se
alegrará; cuando dude, me guiará; cuando enferme, me cuidará y cuando muera, me
resucitará.
El rey más poderoso de la tierra ignora quién soy y no le importa. Dios sabe muy bien quién soy y llena mis manos vacías.
El rey más poderoso de la tierra ignora quién soy y no le importa. Dios sabe muy bien quién soy y llena mis manos vacías.
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