sábado, 12 de marzo de 2016

DE LA FE PERSONAL A LA FE MÍSTICA


El inicio del camino de la fe es una reflexión y análisis del entorno así como del interior de uno mismo. Por ejemplo, cuando se ha descubierto un nuevo continente o un nuevo lugar, simplemente con descubrir unas esculturas primitivamente talladas, sabes con certeza que han existido o existen seres humanos que las han hecho. 






No crees que el viento o el agua les hayan dado forma. Pensar otra cosa es imaginar demasiado, y el pensamiento científico así lo dice. Me resulta extraño que esos mismos términos se relativizan si hablamos de DIOS. Existen obras en la naturaleza de una complejidad increíble. Una primera mirada a esas obras puede generar dudas sobre su origen, pero lo que no puede crear dudas es que todo el entorno, lo natural, se rige por comportamientos matemáticos, biológicos, químicos y físicos perfectos, y esto sí es imposible que ocurra por “el viento, el agua, la luz o el tiempo evolutivo”. El hombre no puede crear esas fórmulas perfectas, solo puede intervenir. El hombre no puede crear leyes naturales.
El equilibrio del ADN humano es increíble. Las células se multiplican y crean vida con un ciclo limitado y, si se altera, se convierte en enfermedad. Las constelaciones, con sus propias fuerzas gravitatorias equilibradas, o la naturaleza y sus ciclos de vida. Si esto fuera espontáneo, también sería muy sencillo lanzar miles de letras al aire o revolverlas durante muchos años y que se escribiera un libro. Parece que detrás de algo que tiene sentido siempre hay una mente inteligente, lo contrario se llama casualidad, y el hombre adulto sabe que la casualidad ocurre muy pocas veces y a estos niveles de complejidad, nunca.
Esto sería el entorno, pero existe el análisis del interior del hombre que es mucho más complejo. Complejo porque se mezclan muchas cosas y raramente las sabemos poner en orden. Los deseos, ambiciones, sentimientos, sueños, defectos, virtudes, sensibilidades, placeres, poder, esfuerzos, egoísmos, humildad, racionalidad, conocimientos, prosperidad, éxito, confianza, seguridad, miedos, respeto, etc. Estas complejidades se forjan a través de decisiones y experiencias que se van transformando en dos caminos, el de la razón y la convicción de que en el razonamiento está la respuesta a todo, y el camino que necesita sentir más allá de la razón para estar en equilibrio con lo que ama y quiere, con lo que siente, con lo que se arrepiente, con lo que perdona, con la esperanza, con el misterio del AMOR y no solo con la razón. Un camino es razonarlo y controlarlo todo, incluso el futuro tuyo y de los que dependen de ti, y otro es vivirlo desde la confianza en Dios, por un camino de vida sin controlar, dudando de tus capacidades, sabiendo que controlando me esclavizo y confiando en DIOS me libero de mis propias esclavitudes y me libero de mi propio pecado.
Esto sería el principio del camino. A todo esto que podemos analizar y sentir por nosotros, Dios añade la piedra angular de la fe que es JESÚS. JESÚS llega al mundo porque todo lo anterior solamente es el inicio de nuestra salvación. Dios sabe que nada se puede sin el amor y JESÚS llega para entregarlo al mundo. No juzga, perdona. Busca que salgamos de nosotros mismos, de ese control que nos esclaviza y hace esclavos, y sabe que eso se hace con amor. Se tiene que acercar a nosotros, pero no lo puede hacer sin que nosotros creamos primero en su verdad y mandamientos. Una verdad que es la revelación de quién es DIOS y el ser humano.
En esta primera fe debemos acercarnos a ÉL. Cada uno tiene una fe muy personal, nacida de sus experiencias y convicciones, también es una fe débil porque, aunque creemos en DIOS, cualquier incidente nos desvía de ÉL. Nos debatimos en buenos deseos y nulas transformaciones de nuestro corazón, le pedimos, le rezamos, le imploramos siempre deseando que DIOS haga nuestra voluntad en momentos difíciles, sin darnos cuenta de que el sufrimiento es para buscar esa humildad que el hombre perdió y que es necesaria y fundamental para relacionarnos con DIOS. La fe solo existe en la humildad. El sufrimiento lo vemos como una injusticia y nos devora por dentro cuando no confiamos en DIOS. Hay que aprender que el hombre será hombre superando las dificultades, y que esas mismas dificultades purifican y anulan el orgullo haciendo brotar la humildad. Donde hay orgullo no hay humildad, donde no hay humildad no hay fe, donde no hay fe no hay relación con Jesús, sin relación con Jesús no se puede conocer a DIOS.
Pero lo que creo que más frustración produce en esta etapa es sin duda que, salvo algún transformado radicalmente, nadie encuentra a JESÚS. No es rezar, pedir, obrar bien, cumplir con las normas eclesiásticas o mi espiritualidad, mi proceso, mi búsqueda, mi camino, mi etapa, ni siquiera la búsqueda del amor. Parece que solo vemos a DIOS a través de nuestras lágrimas. JESÚS no se deja encontrar simplemente con la voluntad del ser humano (podrías perfectamente, como así ocurre, alabar a DIOS pero no amarlo). Hace falta algo mucho más verdadero que eso, que evidentemente tiene que ser así por ser un camino de fe. Lo primero es decir creo en DIOS, creo en la verdad y mandamientos de JESÚS, y después de esto, hacer conciencia la verdad y mandamientos de JESÚS. Porque JESÚS no está en un concepto filosófico, ni moral, ni ideología perfecta, ni mucho menos en la voluntad del hombre. Esto es lo que hace que DIOS sea una realidad y no una invención humana. Todos los que lo han encontrado lo han hecho en la conciencia de su verdad y mandamientos, y todos dicen lo mismo de ÉL: un ser de amor que cuando sientes lo que te ama, te libera de la verdadera esclavitud que es la del pecado.
Llegados a este lugar, es donde debemos explicar lo mejor posible nuestra experiencia y continuación de todo lo anterior. Hacer conciencia la verdad y mandamientos de JESÚS es creerlo desde el corazón y en comunidad. Es como nosotros decimos SALIR DE EGIPTO (por la similitud del camino): nada se puede hacer sólo (nuestra fe individual es demasiado personal y necesitamos una fe unificadora). En esa comunidad aparece la realidad de ser esclavos del pecado. No porque decida por nosotros, sino porque ves que ante el amor y el interés inmediato, elegimos siempre el interés inmediato ( salvo con nuestros seres queridos y a veces ni eso, “como hacen los gentiles”). Esto en realidad es lo que se muestra, y evidentemente deseamos ser hijos y poder elegir el amor libremente. Todo va a ser de aquí en adelante un camino duro pero purificador, entrando en una noche del alma que lucha entre la verdad y el interés inmediato. Mientras cedes lentamente, ese mismo sufrimiento que es dejar de ser yo (el egoísta, el instintivo, el controlador, el moralista, el interesado, el juez del bien y del mal, el que no perdona una ofensa, el hipócrita que con los labios honra a DIOS pero su corazón está en otro lugar, el que abandona al que no le interesa), te purifica y poco a poco te libera del engaño que genera en el alma nuestra propia naturaleza. Es una verdadera y clara relación con Jesús, nada de esto sería posible sin su ayuda. ÉL nos libera. La duración de la noche oscura depende de anularnos nosotros y que sea ÉL.
Nuestra naturaleza está basada en un pecado original y un instinto con el que todos nacemos, un razonamiento que es regalo de DIOS y con el cual aplicamos una moral sobre la conducta. Esto que nos da mucha autonomía también nos esclaviza, porque llevamos de la mano al instinto y al pecado, a la razón y al pecado, y a la moral y al pecado. El hombre no tiene salida. Para que se pueda introducir el amor es necesario, no anular el pecado por ser esto imposible, pero sí dejar de ser esclavo de él para que el amor pueda, de la mano de JESÚS, acompañar al instinto para no dejarlo actuar ni justificarlo. A la razón que quiere controlarlo todo para que así pueda pensar en los demás de verdad o a una moral que junto con el amor sí podrá educar un comportamiento vacío de amor y lleno de interés, siendo así verdaderos hijos de DIOS.
Para empezar debemos creer en Dios, luego tener fe, después creer en la verdad y mandamientos de Jesús y hacerlos conciencia, para desde ahí tener relación con Jesús resucitado y conocer a DIOS nuestro Padre y hacer su voluntad, porque su voluntad es nuestro bien y el de los demás por puro Amor.
Cuando desenmascaras tu propio pecado, junto con tus hermanos en fe, dejas de esconderte para poder decir SÍ SOY PECADOR, y darnos cuenta de que la esencia del pecado es la misma en todos. Ahora ÉL se acerca allí donde creen en su verdad y mandamientos y se hace realidad aquello que dijo: “donde dos o más estén reunidos en mi nombre, ahí estaré yo en medio de ellos”. No se puede entender de otra forma que siendo un grupo de verdaderos hermanos. Para recibirlo y acogerlo solo es posible en comunidad, como Iglesia, como pueblo de Dios, porque ÉL quiere liberar a todos y cada uno de sus hijos. Hasta ahora los Santos y transformados eran siempre testigos de su Amor y profetas de su verdad y misericordia para que la fe del hombre no perdiera la esperanza hasta su llegada dentro de cada uno, la promesa de su infinito AMOR y de la vida eterna.
Después de que “Dios humille al pecado y te deje salir”, se emprende la misma odisea que el pueblo elegido de DIOS. Partes hacia un camino que es formación, confianza, autonomía, conocimiento, donde cambia el proceso temporal. Es decir, si antes necesitabas controlar, adelantándote a lo que podría pasar, descontrolándote lo imprevisto, ahora es dejar que la vida viva bajo el control de la voluntad de DIOS, convirtiéndose los imprevistos en verdaderas pruebas de confianza. Antes era sufrir y ahora vivir; antes era asegurar, ahora la vida es una aventura; antes era vivir de deseos, ahora del AMOR de DIOS.
Este camino que se abre en nuestro horizonte de vida, no está vacío de dificultades, al contrario tiene más, pero la única diferencia es la promesa que DIOS nos hace porque a partir de ahora el caminará al lado tuyo siendo tú el que se esfuerza y ÉL el que te protege y prometiéndote que el único que puede romper esa relación eres tú, Dios será fiel a la promesa. Es un camino sin meta, la vida está en la aventura del camino, porque ÉL te protege y tu confías. La mejor de las relaciones entre un ser humano y DIOS, como un niño se fía y confía en su PADRE. Todo lo que ves te hace confiar en DIOS, porque no hay soledad que DIOS no entienda, ni lágrimas que no valore, y por supuesto amor que ignore.
El verdadero amor no comete errores, ni miente, ni cambia de parecer, ni duda y jamás deja de creer en ti. En todo este camino de fe los que cometemos los errores somos nosotros. Dios no dice acércate para escupirte, ni muere para no poder resucitar en nuestros corazones, ni conquista corazones por la fuerza. Dios no vende nada, lo regala todo. Dios es la humildad, la misericordia, el amor. Dios no cierra la puerta de su casa, siempre tiene agua que dar al sediento y sabiduría para curar al enfermo. Cuando me abandonen, ÉL me recogerá; cuando no tenga fuerzas para levantarme ÉL me sostendrá; cuando me pierda, me encontrará; cuando esté sólo, ÉL se acercará; cuando llore, me acariciará; cuando ría, se alegrará; cuando dude, me guiará; cuando enferme, me cuidará y cuando muera, me resucitará.
El rey más poderoso de la tierra ignora quién soy y no le importa. Dios sabe muy bien quién soy y llena mis manos vacías.




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