martes, 4 de octubre de 2016

LA SOLEDAD

La soledad, mi soledad, tu soledad, donde los sonidos callan, las esperanzas mueren, los sueños se rompen, donde el futuro no existe, los sentimientos se apagan y la conciencia se debilita.....


 Noche oscura sin luna, espejo sin reflejo, silueta sin sombra, estrellas sin brillo, gritos de angustia que nadie quiere escuchar, atardecer de la vida que solo tú puedes contemplar, ocaso de la alegría, prisión que nadie puede visitar, compañera del desaliento, abrazo de la tristeza, beso de la melancolía, hija del egoísmo y el desprecio, donde reinan la apatía y el desánimo.

 La más oscura soledad no es la soledad escogida, ni siquiera la soledad nacida del rechazo, sino la soledad sin esperanza y sin el Amor de Dios. La soledad no es una variante de la depresión (aunque la depresión se puede desarrollar en la soledad en muchos casos); tiene una realidad propia, una autonomía en la cual están implicados los comportamientos, el razonamiento, las relaciones y la conciencia.

 Existe una soledad de la personalidad. También una soledad temporal elegida por nosotros que depende de nuestro comportamiento y siempre es individual. Otra soledad que surge en las relaciones y que nace del desprecio, la falta de aceptación e incluso de la falta de confianza. Y una soledad más grave que nace de la elección, el razonamiento, el comportamiento y que acaba en una conciencia que vive de la justificación, el desprecio y la arrogancia, provocando una pérdida de la esperanza.

 La soledad del introvertido, su personalidad no necesita grandes estímulos exteriores ya que les crea estrés y prefieren la tranquilidad no se sienten incómodos con sus pensamientos, sus hobbies y actividades. Suelen ser más sensibles y analizan mejor y aunque se alejan de los estímulos no lo hacen de las personan que les aprecian. Simplemente es uno de los cinco grandes grupos dentro de la personalidad: la extroversión (incluye la introversión y la extraversión), el neurocitismo, la amabilidad, la responsabilidad y el intelecto.

 Otra soledad ya más diferenciada es la elegida, tanto la negativa (la que se abstrae de lo que le molesta) como la positiva (la reflexiva, la creativa). En el primer caso no debemos olvidar el carácter individual de la persona que sólo se junta en sociedad por necesidades, tanto de seguridad, instintivas, aunque también de empatía. Vivo en sociedad pero elijo la soledad en los momentos que deseo que no me molesten, que me absorbe el trabajo, intelectualmente me aburren, o simplemente no deseo estar en ese momento con esa persona determinada. No deja de ser egoísmo en estado puro, donde el instinto individualista prevalece sobre una reflexión de tu propio comportamiento.

 La soledad reflexiva es una soledad positiva y también creativa, positiva porque en soledad uno se da cuenta del comportamiento, del entorno y de lo que sentimos por dentro, sirve para darnos cuenta de los errores y valorar lo más importante que es el Amor. Es muy importante reflexionar sobre quién te quiere (no al revés, te podrías equivocar con los deseos). Querer amar no es lo mismo que amar. La creatividad es una consecuencia de la soledad reflexiva. La creatividad será de un tipo u otro, dependiendo de si te apoyas en el Amor o en tus capacidades. Estas soledades son individuales, solo participas y las provocas tú.

 Existe otro tipo de soledad, en relación con los demás, que no es reflexiva sino emocional, en la que las emociones mandan y te sumergen en estados de rechazo, desprecios, humillaciones, sobre todo porque no se comprende lo que sentimos. Desear amar y ser rechazado, desear relacionarte y ser juzgado, tener pocas cualidades te condena irremediablemente al desprecio. Qué soledad, sobre todo cuando vas perdiendo cualidades. Se pierde la confianza y te vuelves arisco y encerrado en ti mismo. Qué difícil resulta reír, qué complicado es creer en la amistad, qué complicado creer en los demás, que fácil llorar. Una prisión con la puerta abierta en la que nadie quiere entrar y nadie quiere salir, ya que si estoy solo nadie me rechazará, ni me traicionará y no tengo que demostrar nada a nadie.

 ¿Quién no se ha sentido así? ¿Qué pasaría si no existiera el Amor? No volveríamos a ilusionarnos, no volveríamos a levantarnos, no recuperaríamos la confianza. Pero no existe noche que no quiera amanecer. Siempre que se reflexiona desde el corazón, vuelve la esperanza. Sin embargo, ¿qué pasa con los que no tienen a nadie?, ¿que nadie los quiere?, ¿que son más débiles?, ¿que necesitan más ayuda?Este mundo está sediento de curar las injusticias, pero ignora la falta de amor. Se agradece que te den la mano, pero el mundo necesita que nos abracemos.

 Esta soledad no deja de ser un proceso emocional. Primero lo niegas, luego aparecen la ira y el resentimiento. Después se busca una solución desde la razón, que resulta imposible, provocando un estado de tristeza. Finalmente se puede llegar a la reflexión y la aceptación. La duración de estas fases puede ser temporal o permanente. Solo el amor y las ganas de amar te sacan de ahí.

 Finalmente, existe una soledad más profunda que tiene que ver con la conciencia, que se presenta con dos caras antagónicas. Una soledad que es un regalo de Dios, donde esa oscuridad purifica el alma, y otra soledad donde te alejas de Dios. Esta última es la soledad de los que han provocado a otras personas la pérdida de la esperanza (no de la esperanza emocional, sino de la esperanza de poder amar y ser amado): asesinatos, homicidios, leyes que condenan a muerte, aborto provocado, esclavitudes físicas y psicológicas, abusos y violencia traumáticos, padres que no aman a sus hijos. Odios que con un concepto de la razón muy equivocado se transforman en crueldad. Todo lo que un ser humano se haga a sí mismo o a otro entra dentro de su responsabilidad ante Dios, pero hacer perder la esperanza es negar al Espíritu Santo, el guardián de la esperanza de todos los hombres. Y solo el arrepentimiento verdadero le puede sacar de esa oscuridad. Donde hay arrepentimiento hay perdón. Personas que cometieron actos terribles y se arrepintieron podrán hablar del perdón de DIOS. No es una emoción, es una esperanza, la única esperanza.

 La soledad del transformado es cosa diferente. Se siente lo mismo pero no es por alejamiento tuyo de DIOS. Es Dios quien se aleja de ti para purificarte, para que desentrañes tu pecado y dejes de ser esclavo de él. Una soledad que hiela el alma, porque Dios solo se mantiene unido a ti por tu fe personal. Esta fe debe ser totalmente transformada, se deben cambiar las experiencias, creencias, convicciones y certezas, por relación con Él. Cambiar ideas, convicciones, infiernos y devociones por su amor, su Santo Amor. No podrás avanzar hasta que veas los infiernos del hombre y del pecado y renuncies a ellos. Hay que vaciarse por dentro, siempre en libertad, hasta que un corazón que busca el amor y otro que espera y sufre por ti se unan en un abrazo de amor pasando a ser esclavo de su amor, un amor que da la verdadera libertad del hombre porque miro y amo de verdad al prójimo y me olvido de mí.

 Solo nos queda la soledad ante la muerte, los alejados de Dios la afrontan como una autodestrucción, un suicidio de la conciencia, no hay que pensar, ni reflexionar, debe ser rápido para no sufrir; la mayor de las arrogancias anestesia el pánico de un hecho natural, tratado sin ninguna esperanza, ni siquiera permitiendo la duda que podría ser el inicio de un camino de arrepentimiento. Aunque esto quién lo puede afirmar, qué puede pasar en ese instante que dejas la vida pero que puede durar una eternidad. Nunca he visto valentía en los que perdieron la esperanza, más bien cobardía, huyen de sus actos y responsabilidades, solo buscan derechos. La valentía no es arrogancia ni soberbia, pero el problema es que a la muerte no se la puede conquistar con arrogancia, la arrogancia solo vale con los que son más débiles que tú, con los que son más fuertes es patético, y la muerte es lo más fuerte que existe en el mundo de las realidades que todos vemos. La muerte no se olvida de nadie.

 La soledad del que tiene esperanza ante la muerte es diferente. Aquí es donde debes dejar todas tus cosas, vaciarte por dentro para llenarte de Dios, solo así se puede franquear el muro de la muerte. Solamente ir vestido con el traje del arrepentimiento, lleno de responsabilidad por tus equivocaciones y cubierto de una humildad que acepta lo que Dios decida. Valiente y lleno de esperanza, una esperanza que Dios se encarga de sostener para que sea imposible perder la fe, incluso en la muerte. Puente entre la vida y la eternidad de Dios, realidad última de la razón, espejo de cada alma, lugar misterioso y frío, impenetrable realidad, aliada del tiempo y de inaccesible escalada.

 Dios no dice mentiras, todo lo que dijo Jesús es verdad, Jesús es la playa y tú un grano de arena, pero sufre cuando falta un solo grano y sale a buscarlo sin importarle dejar sola la arena, porque sabe que la cuida el mar, que la llevará para adentro y para afuera pero sin estropearla sin romperla, buscando verla brillar. Nunca perderá la esperanza de tenernos junto a Él.

 Preguntad a los que han pedido perdón a Dios si es una realidad o una emoción, a los que le buscaron y lo encontraron, al que sufrió tanto y recuperó la esperanza, a los que volvieron a su casa, a los transformados por el Espíritu Santo, a los Santos que lo conocen, a los humildes de corazón, a los mártires que murieron por su amor, los niños que nadie los quiso, los que en su soledad le pidieron ayuda, los que mueren mirando al cielo en busca de amor. Preguntádmelo a mí. PADRE NUESTRO, QUE NUNCA NOS FALTE TU AMOR.

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