miércoles, 9 de agosto de 2017

EL ALMA: SOMOS SERES SAGRADOS

La tierra, el mundo, nuestro mundo, es como un cuadro renacentista, ordenado, una obra creada por una mente genial. Lo sólido, lo que no tiene vida, pero de donde brotará, es su base, su núcleo, el lienzo sobre el cual aplicará la luz y la vida. La naturaleza vegetal es el fondo, la belleza, la profundidad del lienzo, donde todo encuentra acomodo. El reino animal llena de movimiento, sonido e instinto un mundo cuyo centro de la obra es el hombre; la brisa del aire, su aliento; 

el agua, la necesaria fuente de la vida; y los nutrientes, el maná del que se alimenta todo este milagro de equilibrio natural.
El ser humano, además de sentir el instinto de supervivencia, aprende emociones instintivas del pasado que ya conoce (hasta aquí no hay diferencia con los animales más evolucionados), pero el hombre también interpreta y analiza emociones de sus propias experiencias que pueden hacerle sufrir, emocionarse, conmoverse, turbarse, sentir melancolía, y otras, más allá del simple instinto. Pero la clara diferencia es que la mente humana realiza proyecciones hacia el futuro porque sabe que pueden pasar hechos y situaciones, aunque no las haya experimentado, fruto de la interpretación y el análisis. También el recuerdo de lo bueno y de lo malo se puede clarificar con el paso del tiempo, pudiéndolo reflexionar mucho mejor que cuando sucedió y estaba cargado de emociones. O la proyección hacia un futuro seguro como es la propia muerte. Solo el ser humano sabe que va a morir.
Es un punto de partida donde experimentamos el razonamiento como una función cerebral exclusiva del ser humano, una función que está en el propio cerebro y que en muchas situaciones es limitado por causas biológicas, emocionales o fruto de enfermedades que lo degeneran. La mente se puede observar y analizar, sabemos o descubriremos dónde y por qué se generan la tristeza, la alegría, la ira, la empatía, la capacidad cognitiva y volitiva o las emociones nacidas del razonamiento; también, estoy seguro, se podrá sanar en un futuro su implacable degeneración y derrumbamiento emocional.

Analizando la evolución, vaciándola de sentido y dejándola como algo natural que ocurre por casualidad y espontaneidad, me suena a naturaleza mágica o casualidad que es matemáticamente imposible. La evolución por azar del mundo nace de unas leyes físicas, matemáticas y biológicas cuyo único sentido es la propia evolución, sin un fin, sin un porqué. Todo lo que ha creado el hombre se basa en la geometría, la matemática de la propia naturaleza o en su orden biológico. El razonamiento lleva siempre a ver si tiene contenido y sentido lo que observo, porque si no, sería incoherente. La naturaleza tiene misterios por descubrir, pero no es incoherente ni es absurda. El ser humano evolucionó. Observo la realidad y mi razonamiento deduce el sentido de las cosas. Si no lo tuviera, no encontraría respuestas. Solamente percibo todo esto como probable gracias a una mente inteligente, muy superior al talento humano y, sobre todo, al talento casual y espontáneo, donde en un arrebato de genialidad y originalidad crea la vida. Únicamente una mente muy superior, alguien cuyo fin sea el hombre, puede estar detrás de la evolución y dar un orden a todo.

En realidad, todo se basa en unas leyes naturales, unas leyes que hacen que llueva, que salga el sol, la luna, que la distancia de la tierra al sol o el propio tamaño de la tierra sea el adecuado para la vida, que exista una atmósfera, el oxígeno se renueve y podamos respirar, fluya el agua vital, el alimento fundamental, la perfecta naturaleza, la gravedad de los planetas y su perfecto equilibrio. El propio oxígeno que respiramos por un complejo sistema de transformación: el CO2 es expulsado y el oxígeno transportado a la sangre, a los tejidos y a unos órganos del cuerpo humano que realizan múltiples funciones. Estos órganos están formados por tejidos de distintos tipos que tienen una función específica y a su vez estos tejidos se componen de células que no son idénticas, pero trabajan juntas para desarrollar funciones específicas. Las células son la mínima expresión de vida de todo ser vivo, células que en su núcleo tienen información genética transferida y copiada que hace que se comporten de una forma o de otra, quizá incluso, si se altera esa información de alguna manera, provoque una alteración celular que desemboque precisamente en algo que no tiene orden. El orden molecular donde los nucleótidos que integran el ADN están cargados de una inmensa información genética en perfecto equilibrio y con un orden perfecto. El ADN contiene un orden y una transferencia de información. Si el ADN está en un orden perfecto y los nucleótidos copian y transmiten información genética a nivel molecular, la pregunta es sencilla, ¿quién ha escrito esa información que en un futuro seremos capaces entender? Hay orden e información molecular que provoca una evolución distinta en cada especie, no tiene sentido que no haya una mente inteligente detrás de su formación, porque por mucho que intentes justificar la evolución, llegarás hasta la primera partícula que existía antes de estallar el big bang, que en sí mismo es un desorden, y aquí surge la pregunta: ¿de un desorden puede surgir por sí mismo el orden?, ¿esa partícula se creó por casualidad de la nada?

¿Toda esta perfección natural es fruto del azar? La posibilidad matemática y física de que de la nada se cree la partícula inicial es nula, ¿es posible que ese ser que los creyentes llamamos DIOS haya creado una partícula con una información que provocara, con un código de conducta o leyes naturales, su propia evolución? El primer caso lo lleno de razonamiento, pero no tiene sentido y, sin embargo, mi criterio deductivo me indica que la intervención de un ser que está por encima de lo comprobable, que haya creado ese orden matemático, la información genética dentro de una perfecta evolución que genera la vida, tiene mucho sentido.

Para hacer algo, para crear, tienes que tener primero una intencionalidad, si no, será una irracionalidad; segundo, si creas algo, debe tener un desarrollo o si no, será incoherente; y, por último, todo debe tener un sentido, si no será ridículo y absurdo. Que nadie cree nada, que la existencia surja de la nada, sin ninguna intencionalidad, y su desarrollo sea evolutivo, coherente y alcance un sentido perfecto, no puede ser real, es totalmente contradictorio e imposible. Porque, si la evolución tiene sentido y coherencia, el surgir de la nada sin haber ninguna intencionalidad es absurdo.

El razonamiento como regalo de DIOS, dentro de una evolución natural, es una herramienta que tiene sentido y me permite evolucionar, no al revés; el razonamiento y su propio desarrollo no pueden ser una consecuencia de la evolución espontánea y casual. La casualidad no tiene sentido, el sentido no es casualidad, siempre lo pone una mente inteligente. No tiene sentido que de lo que no tiene un sentido surja el sentido.

El razonamiento puede aplicarse de dos maneras. En la primera, aplicando una lógica analítica deductiva y llegando a conclusiones que puedan o no tener sentido. Este sería el razonamiento más adecuado y el protocolo científico correcto, pero existe un razonamiento que es el que más empleamos con el prójimo, que primeramente se encarga de juzgar, provocando que estemos de acuerdo o no, que nos parezca bien o mal, que tenga sentido o no. Cuando enjuiciamos a una persona por su aspecto, su comportamiento, por lo que dice, opina o simplemente lo que a ti te molesta de él, es difícil amar a nadie que no sean los tuyos. Porque para amar a alguien hay que trascender la emotividad y, si juzgamos al prójimo, somos esclavos del mundo emocional. Si juzgamos antes de un verdadero análisis entramos directamente en las emociones y solo nos interesará la utilidad, el provecho, el beneficio o la ganancia, o el interés emocional, y seguramente minimicemos al otro. Nadie se esfuerza por nada ni por nadie, sin ganancia, sin beneficio: no entra en la lógica de la emotividad. Sin embargo, no juzgar primero te introduce en un mundo de posibilidades más reales, la posibilidad de quererlo aumenta porque disminuye el interés y puedes ver mejor al ser, dándote cuenta de que es muy parecido a ti, aunque esté equivocado o su comportamiento condicionado, como puede estar seguramente el tuyo.

Creo que si solo usamos el razonamiento, todo se reduce a unos valores y hechos demostrados que aceptan la mayoría de los seres humanos como buenos (ética, derechos humanos, sentido común) y que descartan como deshonestos otro tipo de ideas y comportamientos. Ser religioso, por ejemplo, es bueno si en tu comportamiento respetas la libertad del prójimo, no lo juzgas, y genera en tu propio juicio de la razón y en tu comportamiento, equilibrio y un orden ético que provocan una fe transcendente. Es malo si no respetas lo que piensa el prójimo y quieres imponer tu pensamiento (fundamentalismo), si juzgas al prójimo (moralismo), y provoca en tu comportamiento un desequilibrio y un desorden ético. En esta primera parte, que se basa en la razón, tiene que existir un código de conducta que dicte un comportamiento avalado por la mayoría de los seres humanos que es la ética. Primero hay que ser hombre dominando el instinto, y sobre todo el comportamiento, con un razonamiento ético y reflexivo donde las emociones sean también analizadas.

Lo que no se entiende puede tener sentido; lo que se juzga, también; y creo que la inmensa mayoría de las personas antes de juzgar, reflexionando y analizando lo que no tiene sentido, lo percibiremos como algo absurdo, incoherente, irracional e incluso ridículo. No se puede etiquetar algo como ridículo, ni siquiera como verdad, si enjuicias y decides sobre un tema que, por un lado, tiene sentido, pero de otro no se puede demostrar su realidad; en el mejor de los casos, te provocará desprecio y en el peor, ira y fundamentalismo. El mundo no es ridículo ni se basa en el enjuiciamiento del hombre, tiene todo el sentido que tu razonamiento sea capaz de analizar y tu corazón capacidad de Amar. Solo se deja de juzgar cuando AMAS. Este es el callejón sin salida del hombre y su razón sin Amor, que desencadena un mundo de intereses y desprecios. Qué fácil es Amar a los que te quieren, pero qué difícil con los que no tienes ninguna ganancia. Qué necesario es el Amor gratuito de DIOS para poder Amar sin ningún interés, sin juzgar al ser humano, a mi hermano, y poder abrazarlo en la realidad del Amor. Esto sí es libertad. Solo con la razón jamás encontrarás a DIOS, porque la razón siempre juzga y, en consecuencia, desprecia a DIOS. Necesitas algo que la transcienda y ese algo es la fe.

La fe entiende lo que no entiende la razón y es al Amor. La razón, desprovista de la fe, enjuiciará el Amor como una simple emoción incluso ilusión, negando su transcendencia y dimensión, minimizando y empequeñeciendo el Amor y, en consecuencia, al propio DIOS. Sin embargo, la fe es incapaz de juzgar a DIOS, porque comprende al Amor y el Amor es DIOS. La fe sí le da transcendencia y dimensión al Amor, lo engrandece; cuanta más fe, mayor es su dimensión.

Bajo el prisma de la intencionalidad, existe una evolución humana que pasa de un instinto inicial, que provoca unas emociones básicas necesarias para la supervivencia instintiva, a la aparición de un razonamiento que provoca emociones reactivas nacidas de la interpretación y el análisis. Esto puede parecer un misterio y, mientras sea un misterio, necesito analizarlo con el juicio de la razón, que me indica si tiene sentido o es una estupidez sin sentido. Una de las cualidades de la inteligencia es el análisis deductivo, desde un discernimiento profundo puedo llegar a una comprensión que tenga sentido. Todo lo que no tenga un proceso analítico que desencadene en algo que se pueda demostrar o que tenga un sentido será algo mágico, sin sentido, incoherente y absurdo. Que lo quieras hacer absurdo por prejuicio, porque lo juzgues y no creas o entiendas, es algo muy distinto.

Hay muchas personas que creen en DIOS con verdadera fe y no son estúpidas. Creer o no creer no es estupidez, es algo mucho más profundo, es la diferencia que existe entre juzgar y vivir de las emociones o no juzgar y descubrir que existe un TÚ que permite ver la profundidad del hombre. Esa necesidad de encontrarte con DIOS, ese mensaje transcendente que todos tenemos grabado en el Alma, es la separación del Amor y de la razón. DIOS por un lado y el hombre por otro, para que, desde su propia libertad y decisión, el hombre busque ese Amor. Que nazca en su Alma la fe, ese vínculo que busca desesperadamente a DIOS y pueda unirse de nuevo a ÉL.

Aquí está la mayor de las incoherencias: todos queremos ser amados pero el instinto, las emociones y los juicios pueden más que el transcender desde una fe que comprenda nuestras limitaciones y nuestra pequeñez, dejando a un lado la arrogancia que provoca juzgar al prójimo. Y así, desde la humildad, buscar todo eso que todos sentimos íntimamente en nuestro corazón. Esa necesidad de ser Amados y descubrir que, cuando decides desde el Amor, aunque sea un duro esfuerzo, te sientes un poco más libre. El Amor evita juzgar a los demás; si no juzgas, las emociones pasan a un segundo lugar, nunca desaparecen, pero dejan de ser el guía de tu vida. El Amor provoca que el instinto sea fácil de educar porque el razonamiento no se hace desde la emotividad. Juzgar al prójimo no es analizarlo, es condenarlo, empequeñecerlo, despreciarlo, negarlo y, sobre todas las cosas, no ver que es un Ser Sagrado fruto del Amor de DIOS. Esta es la salvación que nos propone el AMOR de DIOS. No porque DIOS nos Ama estamos salvados, nos salva la FE. En el alejamiento de DIOS se inició nuestro camino de salvación, como bien dice la Biblia, con una perfecta explicación de un desarrollo del instinto, el razonamiento y el propio juicio del hombre.

El hombre es creado en comunión con DIOS hasta que su propio razonamiento y su libertad de elección juzgan a DIOS. Desde que este momento clave se produjo, ya no había vuelta atrás, el hombre se alejó de DIOS porque donde se juzga a DIOS, el AMOR desaparece y nace el pecado. El hombre puede acercarse a la verdad y entender parte de lo que es injusto por puro razonamiento. Todo lo que es injusto y todo lo que es justo solo lo sabe DIOS; la sabiduría del bien y del mal pertenece a DIOS; creer saber o querer saber lo que es justo es la base del pecado del hombre. Si juzgas al prójimo y a DIOS pierdes la fe y el Amor, juzgar es una decisión libre del hombre. Fue una separación producida por el hombre; DIOS, desde que nos creó, sabía que iba a ocurrir porque para ser libres de verdad hay que elegir. Como también sabía que debería descender al mundo para crear un puente entre los dos mundos, por eso permitió que dentro de su mundo de AMOR entrara la duda y la arrogancia, aunque provocara alejarnos de Él: no para arrojarnos al mundo, sino para poder encontrar nuestra verdadera libertad y volver a ese lazo de unión que se rompió entre DIOS y el hombre, esperando volver a estar unidos por el AMOR, pero ahora desde la libertad de elegir. Cada vez que elegimos el AMOR encontramos nuestra propia libertad y nos acercamos a DIOS. Cada vez que juzgamos al prójimo somos más esclavos del pecado y nos alejamos de DIOS. Dos caminos que el hombre recorre pero que a la vez le hacen perderse: tenemos la Ley, que es el primer pacto de Dios con los hombres, para poder vivir de la fe, pero no evita dejar de ser esclavo del pecado. Vislumbramos el AMOR, pero la Ley no puede unir el alma de Dios y el alma del hombre. La única salvación posible, la que puede unir el lazo roto del hombre y DIOS es JESÚS, divinidad y hombre para unir las dos ALMAS eternas y su vínculo. Primero instaurando en la tierra el AMOR y la VERDAD, para no vivir de la ley que no salva de la esclavitud del pecado.
Jesús con su verdad provoca una fe personal más cercana al ALMA DE DIOS, pero que no es suficiente para dejar de ser esclavo del pecado, por nuestra incapacidad para poder transcender hasta el ALMA de DIOS, en solitario, solo con la fe, salvo excepciones muy puntuales que DIOS decide. Hace falta algo especial para unir el ALMA de DIOS y el ALMA del hombre (que todo creyente pueda alcanzar), que vuelva a unir ese lazo sagrado que fue uno desde que nos creó, y ese mediador y unificador de ALMAS es JESÚS, capaz de unir por su esencia divina y humana el mundo de DIOS y el del hombre.

Se hace hombre y muere por nosotros para salvarnos, venciendo a la muerte para que no sea el final, estando vivo y resucitado en el Alma del hombre y en el Alma de DIOS, pudiendo hacer de enlace entre dos mundos que pueden llegar a verse, pero sin tocarse, sin abrazarse. No existe ninguna otra posibilidad de salvarnos. El hombre con su fe personal no encuentra a JESÚS resucitado, para encontrarlo hay que dejar de ser esclavo del pecado, si no JESÚS no se puede hacer presente, está ahí en el ALMA del hombre, pero no puede convivir con el pecado porque es puro AMOR. Solo puede hacerse presencia poco a poco conforme nosotros vayamos dejando la esclavitud del pecado. Como individualmente esto es imposible porque jamás dejaremos de juzgarle y Él no se puede hacer presencia anulando tu libertad de decidir, Jesús solo se hace presente donde dos o más están reunidos en su nombre, un pequeño grupo donde la intimidad del Amor de Jesús pueda dar luz y, de ahí, con la ayuda de los hermanos, la tentación se desenmascara. Porque en un grupo de hermanos se contempla la verdadera verdad más allá de las emociones, las ganancias y los intereses, así es casi imposible justificar una falsedad, un pecado, una decisión equivocada o simplemente un concepto que no estaba del todo asimilado. El único problema de esta sencilla forma de encontrarse con Jesús es que el nivel de emotividad baja al mínimo, produciendo una soledad individual tremenda, porque en el fondo estás enfrentándote a ti mismo y a tu pecado, por esto es imposible hacerlo en solitario, se necesita apoyo de Amor. Por eso hay que ser hermanos, no compañeros, ni siquiera solo hermanos de fe, hay que Amarse y esto lo produce la presencia de Jesús. Donde no se logre esto, es que no está Jesús. La presencia de Jesús siempre produce Amor al prójimo. La poca emotividad que produce Jesús, porque su presencia es muy natural y de baja intensidad, nunca te esclavizará emocionalmente, sería muy fácil para ÉL. Su presencia supera la superficie de la emoción que tanto gusta al ser humano para hacer las cosas con interés. Jesús provoca que nadie pueda estar en el grupo si no quiere Amar al prójimo, alejándose de algo que no da emociones desbordantes, ni deja hablar de uno mismo emocionalmente, ni es un colchón afectivo, ni siquiera la ideología común es un camino. Dejar de ser esclavo del pecado vale para todas las personas que creen en JESÚS, su VERDAD y su AMOR. El camino de dejar de ser esclavos debe ser en grupo, individualmente nos dirigimos a JESÚS sin que ÉL pueda acercarse, aunque nos escucha. No puede hacerse presencia, no puede convivir el pecado que juzga a DIOS y el AMOR. No funcionará en grupos necesitados de emotividad, egocentrismos individuales y tampoco en grupos donde la fe intelectual alimenta la vanidad y la arrogancia de nuestros propios razonamientos. Es más sencillo un grupo de no más de 7-8 personas, sin buscar ningún interés emocional ni intelectual. Y teniendo la convicción de no querer seguir siendo un ser con tan graves y profundas contradicciones; es decir, ser honesto contigo mismo, cosa que individualmente es imposible.
Un exceso de razonamiento provoca una humanización de lo divino. Un déficit de razonamiento provoca relativismo. Nos encontramos en la fe en un callejón sin salida. Ante esto, la reacción más habitual es enjaular la fe para protegerla, con unas normas que están obstruyendo la relación con Dios; o el todo vale y creo a mi manera, donde se pierde la verdad. La única salida es la fe mística. La fe razonada debe dejar paso a la fe de la experiencia y del amor.

La fe individual o personal no es el final del camino, es solamente una etapa hasta el encuentro con Jesús, un encuentro no solo para elegidos, sino para todos. El cristiano o encuentra a Jesús o no podrá ser cristiano, perderá la fe al no encontrar cimientos para no caerse por una simple tormenta; o estructura su fe de tal modo que será exclusiva y se alejará de quien no piensa como él, siendo más estructura que fe. La fe de encuentro con JESÚS es la única que restituye el vínculo con DIOS, debemos ser grupos místicos de fe. Misticismo es encuentro con JESÚS, nada más. Y, por gracia, con DIOS. Debe ser un grupo que deje de enjuiciar al prójimo y, por lo tanto, a DIOS. El razonamiento se emplea después de la fe. Los dos son importantísimos, pero en este orden: primero hay que tener una verdadera fe en JESÚS, segundo, humildad para que el milagro de su presencia sea real y, por último, analizar y reflexionar sobre la verdad y la mentira, todo lo demás lo pone JESÚS. Jesús provoca el Amor al prójimo, incluye a todos, guía, anula la emotividad desbordada, se enfrenta a la mentira y a tu pecado desde su total apoyo. Jesús, por puro amor hacia el hombre, hizo el mayor sacrificio: morir, para vencer a la muerte.

JESÚS resucita como puente entre el Alma del Hombre y el Alma de DIOS. Trae, desde su divinidad y desde DIOS, el perdón de los pecados para el arrepentido y, desde su humanidad hacia DIOS, rompe con la esclavitud del pecado. En ese momento, a través de JESÚS, podrás atravesar el puente entre las dos Almas y encontrar a DIOS. Por eso, los únicos mandamientos a partir de encontrarte con JESÚS resucitado son amarás a DIOS sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

Las emociones todo lo confunden, por eso no se puede reducir la fe a emociones: no es lo mismo enamorarse que Amar, los instintos, los procesos mágicos, la admiración, la adoración, la sumisión y todo tipo de comportamientos instintivos, emocionales y poco reflexivos. Existe otro estímulo que no viene de lo humanamente demostrable, sino que viene de fuera del ser, que es el Amor que provoca la verdadera fe. No se puede creer en alguien sin amarlo, no se puede Amar a nadie sin creer en él. El verdadero Amor descarta las emociones como guía del interior del hombre. El Amor es la piedra angular del hombre. El hombre puede vivir del razonamiento de las emociones sin distinguirlas del Amor verdadero, pero donde se ve con claridad lo diferentes que son la emoción y el Amor es precisamente ante la ausencia del Amor. Un ser humano que no ha sido amado, incluso despreciado por sus propios padres, recibiendo ternura en muy pocas ocasiones, desarrolla unas emociones totalmente contrarias como frialdad, insensibilidad, indiferencia, dureza, incluso crueldad, emociones desde donde parte también su razonamiento.

El proceso de la verdadera fe no consiste en partir de la razón del hombre hasta la demostración de la existencia de DIOS. La verdadera fe nace del estímulo del Amor, de su comprensión y sentido por medio del razonamiento. Ahí es cuando nace nuestra primera fe, porque una fe verdadera nace como respuesta del hombre a la lógica del amor que muchos seres humanos experimentan en su vida, por eso es tan importante haber sido amado. El verdadero amor provoca en mí gozo, alegría, plena libertad, hermosos recuerdos que no se olvidan, un agradable aroma de felicidad, humildad, recupera tu dignidad. Qué fácil es perdonar cuando amas, qué sencilla es la vida, qué dulce la compañía, qué agradable la espera, qué tierno su abrazo. El Amor no duele, duele su ausencia, cura la más profunda de las heridas, cura el desprecio, sana la soledad, recupera al perdido, regenera el corazón y alivia la razón. Porque el Amor calma la sed del Alma que busca al que apartamos, para que podamos elegir libremente entre ser esclavos del pecado condenados a la soledad o hijos de DIOS junto a mis hermanos.

El ser humano es Sagrado desde que es creado; su comportamiento y razonamiento, educables; y su instinto, objeto de reflexión. Para poder Amar, el hombre tiene primero que ser hombre (ser humano), reflexionar sobre su propio instinto y no dejarse llevar ni rendirse tan fácilmente por él; educar la conducta desde lo que sabemos que es éticamente justo; transcender en esa búsqueda del Amor y encontrarse con JESÚS resucitado como único vínculo de unión entre el hombre libre y DIOS, volviendo a una unión sagrada. Esto último se hace solo con la FE. Sin JESÚS resucitado, el hombre es solamente hombre; y DIOS, Padre eterno que no puede abrazar a su hijo.

La fe está en el Alma del hombre como verdadera respuesta a la revelación de DIOS, observando la naturaleza, su complejidad, experimentando el Amor verdadero o simplemente deseándolo, admitiendo tus propias limitaciones, sintiendo la liberación del perdón, la palabra de DIOS y sus mandamientos como el único límite justo. Unos mandamientos que DIOS da al mundo para que el hombre viva según la ley y sepa lo que es justo de verdad. Esta fe produce una esperanza, una transcendencia que clama a DIOS desde la propia esclavitud del hombre.

Primero, hay que ser hombre, hombre con un instinto y un comportamiento equilibrado; el encuentro con una verdad reflexiva y razonada lo provoca. En segundo lugar, hay que ser hombres con una verdadera fe personal nacida y provocada también por la verdad y, además, por el AMOR y la revelación de DIOS a través del Espíritu Santo en tu corazón. Es una fe personal que sobrepasa el razonamiento (la primera prisión del hombre). Es una fe que no ve con claridad, pero sabe que hay un peldaño que lleva a otra dimensión, que no ve, pero percibe dónde habita DIOS. Esta dimensión es por donde Dios se revela, se comunica con el hombre, siempre a través del Espíritu Santo, sin alterar su libertad. No puede revelarse directamente porque su AMOR es tan profundo y poderoso que no podemos mirarle a los ojos; solamente vislumbrar un instante de su AMOR esclaviza eternamente. Aunque la esclavitud del AMOR de Dios es plena libertad del hombre, anularía nuestra libre elección, que es la clave de todo este camino de Salvación. Por eso siempre se manifiesta indirectamente, siempre a través del Espíritu Santo, los místicos que lo conocen, los Santos que son elevados a la experiencia de la libertad y los profetas que hablan en su nombre.

La fe es trascender un paso más allá del de la razón, esa razón que cree haber encontrado en el enamoramiento el amor eterno, un amor eterno que no dura porque nace del instinto y, en realidad, es una emoción. Aunque puede crear vínculos, son siempre de dependencia, admiración, sumisión o simplemente instintivos. Cuántas equivocaciones provoca.

El verdadero Amor puede comenzar de la misma manera, desde un enamoramiento, o, por el contrario, por un proceso menos emocional que desencadena en una verdadera relación de amor, ya que el amor tiene autonomía propia. La diferencia es su desarrollo. En la razón la emoción se diluye con el paso del tiempo, salvo en los casos de dependencia, que pueden durar más. El verdadero Amor persiste en el tiempo, y la demostración de que no es una emoción son los vínculos que crea entre dos personas. Siempre las hace más libres, y son vínculos que permanecen más allá de la muerte de uno de ellos. Pongamos como ejemplo un hijo y su madre. El hijo es concebido y desde el primer momento estalla una guerra entre el instinto, las emociones, el razonamiento y el vínculo de Amor. Puedes deshacer ese vínculo desde el primer momento (la libre elección). Creo que lo primero que nacerá en la madre serán las emociones instintivas, la sorpresa y el miedo, que todas las madres las sienten en un momento u otro; y el desprecio o la ira pueden estar en una segunda fase sin reflexión donde siempre impera un enjuiciamiento sobre el ser: todo es más importante que tu propio hijo. Otras madres, en muchos casos, van dando paso a otros instintos más reflexivos como el instinto materno, un enamoramiento emocional pero reflexivo a la vez y el nacimiento de una esperanza, primeramente emocional, pero conforme superas etapas, vinculante, de unión y de verdadera conexión del Alma.

La madre que aborte creo que no pasa de los instintos básicos. Primero, sorpresa por inesperado; segundo, miedo como respuesta a lo inoportuno; tercero, desprecio como razonamiento básico instintivo y enjuiciamiento del ser, provocando una emotividad negativa que puede ser indiferencia, frialdad o dureza; y, finalmente, ira hacia lo que desprecias. Ira y desprecio es igual a crueldad. Si se interviene antes de sentir desprecio, estoy seguro de que el final será diferente, como así ocurre muchas veces cuando a estas madres les han ayudado, cuando solo necesitan apoyo emocional positivo. ¿Por qué no van a sentir ilusión, alegría y esperanza? ¿Tan difícil es cuando esperas a un hijo pensar que puede ser el ser más maravilloso de la tierra para ti? ¿Es tan difícil luchar contra las emociones negativas si son un instinto educable simplemente con la reflexión?

Volviendo a la madre y su hijo, diremos que ese lazo de unión se refuerza navegando entre las emociones de un esfuerzo que nace del instinto, una reflexión desde el Amor y una entereza desde la buena elección. Si pienso en mí, no me levantaría de madrugada si llora, si pienso en él me levanto y cuando decido levantarme y estoy con él me siento más unido a él. El esfuerzo por el que Amas siempre suma en ese lazo sagrado de unión, lo contrario desune. El Amor es lo que perdura, lo que une. Lo que molesta e incomoda en estos primeros años de tu hijo es instinto y emociones, nada que no se pueda soportar y a la vez educar con una reflexión desde la razón. Como en esos años su mundo emocional es bastante primario, es difícil que lo enjuicies, ya que no choca en exceso con tu mundo emocional. Simplemente con tener un juicio de la razón equilibrado, el lazo de Amor crecerá, será básico y podrá soportar las siguientes etapas que sí tienen más conflicto emocional, ya sea porque los padres deben educar su comportamiento o ellos pasan de vernos muy fuertes emocionalmente, dándoles seguridad, a sentirse ellos cada vez más fuertes. Son etapas que todos pasan y que desarrollan su propia personalidad, ceder o imponerse son un error que los marcará para siempre. Siempre debemos discernir su emotividad, la nuestra, el conflicto y que nunca este sea un campo de batalla donde se impongan las emociones y los instintos. Debe ser desde esos lazos de unión de Amor, desde donde los padres deben educar a los hijos, confiar, pedir perdón y perdonar. Solamente en la unión de Amor se puede perdonar, reconciliar y olvidar.

Las emociones y el instinto siempre volverán a enfrentarse, no las podemos apartar, pero sí saber vivir con ellas. Si no reflexionamos entre los dos desde el Amor que sentimos, la consecuencia será el pecado y la pérdida del vínculo de AMOR. Donde hay Amor no hay pecado; donde hay pecado, el Amor desaparece, jamás pueden estar juntos. El AMOR vuelve cuando nos perdonamos. No es por casualidad. Perdonarnos va más allá del estímulo, de la emoción, del razonamiento y de la fe; nace del vínculo de AMOR, cuanto más fuerte más fácil es perdonarse. Cuando es difícil perdonarse, el vínculo es débil y no tardará en romperse; siempre se puede reparar, pero es imprescindible dejar de juzgarse, transcender al tú y pedir perdón primero y perdonar después. La reconciliación y la reparación del vínculo siempre pasan por el PERDÓN.

Siguiendo con el ejemplo del hijo, por instinto y dentro de su mundo emocional, buscará su sueño vital que le abrirá la vida de la experiencia, desde la cual todos aprendemos a vivir. Para que esto no suponga la pérdida del hijo, ya sea por su equivocación, por su indiferencia o nuestra dureza, debemos mantener siempre vivo ese vínculo de Amor donde está la esencia de nuestra relación entre los dos, nuestra unión sagrada desde que esa relación nació. Una relación de Amor que puede aguantar la más terrible de las tormentas. Esto es el verdadero Amor, no solo perdura en el tiempo, sino que cuanto más perdón haya en esa relación, será cada vez más fuerte el verdadero vínculo de AMOR. Ninguna emoción perdura en el tiempo, vienen y van, crecen y decrecen; lo que te emocionaba antes, ahora no, se ve claramente que son dos cosas distintas, dos mundos diferentes. Podría resumir que donde hay instinto, un mundo emocional y un razonamiento también puede habitar el AMOR; sin embargo, cuando decidimos equivocadamente es cuando aparece el pecado y desaparece el AMOR.

Cuando mi hijo llora de madrugada, sentir instintos y emociones no es pecado; el pecado aparece cuando DECIDO a favor de esos instintos, emociones y razonamientos contrarios a la relación de Amor. El inesperado llanto en mi profundo sueño provoca un desprecio razonado porque te molesta, seguido de ira. Esto sería lo normal, lo han sentido la inmensa mayoría de los padres, esto no es pecado, puede convivir con el Amor que sientes por él. Pecado es decidir ser indiferente ante su llanto o violento ante su molestia. Aquí no puede convivir el Amor que sientes por él, necesitarás reflexionar, llorar, arrepentirte y pedirle perdón como ser sagrado que es, para que el Amor que sientes por él pueda de nuevo convivir con tus instintos, razonamiento y mundo emocional. El pecado siempre es la consecuencia de una libre elección del hombre, siempre en contra del AMOR, en contra de DIOS. Antes de decidir siempre existe una tentación, pero es la decisión equivocada la que provoca el pecado. Por eso siempre que pecamos lo hacemos en plena libertad, nunca estamos condicionados para pecar y siempre es un enjuiciamiento del prójimo desde el árbol particular del bien y del mal. Porque se puede igualmente pecar teniendo razón como no teniéndola. El que no la tiene endurece su corazón justificando su decisión y su pecado. El que tiene razón endurece su corazón hasta la intransigencia, justificando en muchas ocasiones su ofensa y su venganza.

El único ser que ha pasado por la tierra y no ha juzgado ni al prójimo, ni por supuesto a DIOS, es MARIA, Madre de JESÚS y Madre nuestra. Madre amable, Madre admirable, espejo de justicia, trono de la sabiduría, causa de nuestra alegría, rosa mística, puerta del cielo, estrella de la mañana, refugio de los pecadores, auxilio de los cristianos, reina de los ángeles, reina de todos los santos, reina de la familia, reina de la paz, intercede por todos nosotros.

El vínculo Sagrado que une a dos personas y a ellas con DIOS se alimenta del AMOR. No debemos caer en la equivocación de querer crear vínculos de AMOR por nuestras propias emociones. Querer cambiar al otro o creer que con tu amor todo cambiará, es también querer ser DIOS y pretender saber lo que es Justo. Esto ocurre habitualmente cuando, enjuiciando las injusticias, queremos ser justos y nos convertimos en injustos o en víctimas. El verdadero vínculo de AMOR se crea deseando primero AMAR a otro ser sagrado; después, superando todos los problemas que plantearán las emociones, los instintos y también los juicios de la razón (sin llegar al desprecio, el desprecio es otro camino). Tener razón es un problema; ceder y perdonar es la base del crecimiento del vínculo de AMOR. El vínculo se alimenta del AMOR, el AMOR del perdón y el perdón de la humildad. Ser cordero con los que AMAS es el inicio del camino. JESÚS, cuando enseñaba, también era fuerte; cuando educaba, lo hacía desde la verdad y la verdadera justicia que nace del AMOR. Nosotros educamos a nuestros hijos intentando acercarnos a esto, hablando con fuerza, con autoridad, pero dejando la puerta de la humildad abierta. Sin embargo, Jesús en el vínculo de Amor era cordero, perdonaba y abrazaba a todo el que se acercaba con humildad. El vínculo sagrado, con el cual fuimos creados por DIOS y unidos a ÉL, se rompió porque el hombre juzgó a DIOS e intentó apoderarse de lo justo y de lo injusto. Porque es cierto: apoderarse de lo justo y de lo injusto te convierte en DIOS. El problema es que es imposible hacerlo: nadie sabrá jamás la pureza de lo justo ni la impureza de lo injusto hasta que DIOS se lo revele, porque es el ALMA propia de DIOS. Solo lo justo habita en DIOS, pero el que sabe qué es lo justo sabe qué es lo injusto. Nada ni nadie lo pueden arrebatar, sería la muerte del AMOR, la muerte de DIOS y eso es imposible. Gracias a que eso es imposible, de los mayores fracasos surge la esperanza; de las mayores crueldades, puede nacer el Amor; de la más pequeña fe, la salvación; y de casi la pérdida de la esperanza, con la muerte de JESÚS, una resurrección que engrandece a DIOS, a la VERDAD y al AMOR. Sí, porque DIOS sostiene este mundo de desastres provocados siempre por el hombre o las leyes naturales establecidas: para que desde lo injusto nazca siempre –por encima del pecado, la maldad y la tragedia– lo justo, el AMOR de DIOS y nuestra salvación.

Si el plan de DIOS es la búsqueda de esa unión sagrada con el hombre para volver a estar unidos, no quedan más que dos caminos: dejar de ser esclavo del pecado o seguir siéndolo. Puedes vivir toda tu vida de espaldas a DIOS y a esta realidad, pero si no es ahora en la vida terrenal, será después de la muerte donde te encuentres con la realidad radical del pecado, y lo que negaste en la vida se revelará como ineludible después de morir. Unos tendrán un camino más ligero, otros muy pesado y otros CASI imposible, dependiendo de su esclavitud en su propio pecado producto de las elecciones que eligieron en plena libertad. Unos tendrán pendiente de un hilo y prácticamente roto ese vínculo (DIOS no permite que se rompa del todo, nos creó en cuerpo y ALMA y no puede perdernos tan fácilmente); otros, prácticamente roto, algunos parcialmente y otros solamente astillado. Estoy seguro de que nadie muere con el vínculo sagrado totalmente regenerado: a los Santos les faltará el abrazo real de DIOS; a los más regenerados, un pequeño purgatorio para liberarse totalmente del pecado; a otros, un purgatorio de más duración y esfuerzo; también los que se han alejado totalmente de DIOS por su propia elección, serán los que están atados al pecado con las cadenas más gruesas y duras. Si no los juzgo, siento dolor por ellos, en lo que se han convertido, de lo que no quieren desprenderse y por su rechazo total al AMOR. Muchos qué poco AMOR recibieron en su vida; otros, qué maltratos y desprecios por quienes debían AMARLOS; algunos, aunque conocieron el AMOR, lo rechazaron. Qué tristeza. No los justifico, sé el mal que cometieron y el dolor que sembraron, lo sé muy bien, yo no puedo juzgarlos, simplemente deseo que alguno de ellos levante la cabeza y busque con la mirada a DIOS.

JESÚS murió y resucitó después de descender a los infiernos, donde JESÚS resucitado tiene poder también para salvar, sigue teniendo la mano extendida para agarrarte. El problema es que no quieras o, peor aún, ni siquiera quieras mirar al Cielo y pedir que te ayude. De un infierno anterior al Juicio Final existe una pequeña esperanza de salir. Creo que seguirá valiendo la libertad del hombre y su decisión. Es la última esperanza de DIOS. Una vez que el Juicio Final se produzca, el infierno será eterno.

Recemos por sus ALMAS, ¿no los sentís? Podríamos ser nosotros mismos, no son muy diferentes a nosotros, aunque nos cueste creerlo. Se puede dar un soplo de aire rezando con Amor por el prójimo, el prójimo es lo más importante. El YO solo necesita arrepentimiento y perdón, y siempre se puede encontrar el camino cuando alguien que te Ama reza por ti. Con la muerte no se acaba el camino de dejar de ser esclavo del pecado, porque, si no, es imposible mirar a DIOS y estar en su presencia. Para abrazar a DIOS hay que dejar de ser esclavo del pecado, ya sea en esta vida, como alguien que se transforma, que santifica su condición humana a través de JESÚS, o después de la muerte, bajo la misma ley de incompatibilidades (donde está el pecado no está el AMOR). Un purgatorio, como un camino de continuación donde decidir en libertad nuestra propia libertad, no puede ser un camino que no concluya en DIOS salvo por nuestra decisión libre.

Si todo es un plan perfecto para volver a unir el vínculo de AMOR, que tiene lógica y sentido, me resulta del todo absurdo que después de la muerte sea la nada lo que espera al hombre. Que la vida no sirva para nada, qué poco sentido tiene. Basándome en la probabilidad solo hay dos alternativas a la muerte del hombre desde la razón: una es que todo empezó con la nada, emergió una evolución casual donde el único evolucionado físicamente y mentalmente es el hombre, ese hombre muere y se integra en la nada mientras la evolución continúa hasta que se convierte en incontrolable, se produce un nuevo big bang y todas esas partículas resultantes se integran en la nada. O no sucede el big bang y esa evolución seguirá por los siglos de los siglos dentro de una sociedad perfecta donde no exista la muerte y el orden controle cualquier comportamiento. El razonamiento del hombre sin fe no puede enfrentarse a la muerte, es angustioso e infranqueable, por consiguiente, niego todo más allá de la muerte porque es una forma emocional de hacerla desaparecer de nuestra mente. La mente ante algo irreversible o de mucho sufrimiento intenta negarlo. El siguiente paso sería la ira, el enfado. Cuando estás lleno de ira morir no da miedo, pero no deja de ser un instinto emocional primario. La reflexión sería el siguiente paso, buscando fuera de ti una solución. Aquí es donde nace la transcendencia y el sentido del sufrimiento, a partir de aquí podemos llenarnos de fe o de un razonamiento que acabará aceptando lo inevitable, pero será vacío de sentido, vacío de esperanza, vacío de vínculos, vacío de transcendencia, vacío de DIOS y totalmente esclavizado por el pecado.

El ALMA de DIOS desea unirse al hombre, pero el hombre juzga a DIOS, casi rompe el vínculo de AMOR, pero aún queda la libertad de unirse a DIOS. El plan de Dios se basa en instalarnos en el presente y en la realidad para decidir en libertad en cada momento, sin saber las consecuencias, ni desear saber cómo se hace (nos quitaría la libertad). Con sufrimiento, para transcender la mente y poder elevar la fe a una dimensión donde el ALMA del hombre y el ALMA de DIOS sientan su cercanía y, a partir de ahí, dejando de ser esclavos del pecado, encontrarnos con JESÚS que nos perdona y une las dos ALMAS por su naturaleza humana y divina. Así puede abrazarnos nuestro PADRE haciendo realidad su anhelo de estar unidos.

La muerte nos puede esperar en cualquier recodo de este camino, pero el camino no terminará, gracias a JESÚS que derrotó a la muerte. El plan de DIOS no acaba con la muerte, Jesús la derrotó y reina resucitado en el Cielo junto al PADRE y en el ALMA del hombre, relacionándose con el ALMA del hombre a través del Espíritu Santo. El hombre rompe el vínculo, el hombre es el que juzga, también quien se arrepiente y vuelve junto al PADRE. DIOS siempre ha estado en el mismo sitio, no rompió el vínculo, no nos echó del paraíso, no nos juzga, no nos condena, no es injusto (injusto solo es el pecado), no nos abandona, ni es vengativo, ni siquiera cuando su propio Hijo fue humillado y despreciado dejó de AMAR al hombre. Saber lo que nos AMA DIOS es la verdadera libertad del hombre. Cuando vuelves al PADRE y sientes lo que te AMA, te liberas de la esclavitud. ¿Cómo voy a juzgarle? ¿A despreciarle? ¿A reprocharle? Sabiendo que el injusto y el que no quería AMAR era yo. Cuando un ser humano es AMADO de verdad, encuentra la verdadera libertad. Nadie es más libre que quien es AMADO. Qué locura para la razón pero que bendición para el ALMA que incluso la muerte, no puede dañar lo creado por nuestro AMADO PADRE, salvo lo que pertenece al mundo, a la evolución, a la ley natural que DIOS creó y que recuperará, como prometió, en una resurrección junto a cada ALMA. Un ALMA que se mantiene como lo que es, una identidad íntima y exclusiva, la esencia intransferible, la individualidad unificada del Ser, de cada ser Sagrado creado por DIOS. Y con la promesa de JESÚS, de la unión y resurrección en cuerpo y Alma, que me transporta a mi niñez. Esa niñez en la cual una promesa de mis Padres sabía que era una verdad que se haría realidad. “Siempre te AMARÉ”, la ley de mi corazón, y “no te preocupes, estoy aquí”, mi seguridad y mi alegría. Quiero ser un niño que no tiene arrogancia, incapaz de juzgar, que sabe distinguir quién le AMA y quién le protege. Bendito seas Padre por tus promesas y AMOR eternos.

DIOS es JUSTO, Él es mi libertad, mi vida, mi ALMA, lo desprecié, sufrí y me arrepentí, me perdonó sin ninguna condena, me inundó con su misericordia y me enseñó que está pendiente de todo ser humano creado, que todos somos sagrados, que cuando un hombre hace daño a otro ser humano, la víctima es reparada y acogida por Dios; y el verdugo, que trata de ocultar el daño en la cadena de su esclavitud, lo único que consigue es alejarse de DIOS. Dios no lo juzga porque no podría AMARLE y no tendría posibilidad de volver a Él. DIOS es quien acoge, no rechaza a nadie, acoge a los que nadie quiere, al inocente que ha sido despreciado, al que no ha podido siquiera iniciar el camino de la liberación del pecado, al ignorado, al pobre de espíritu, a los arrepentidos, al que sufre, al manso, al pacífico, a quien tiene misericordia, a los que tienen hambre y sed de justicia, a los limpios de corazón, a los perseguidos por la justicia injusta del hombre y a los despreciados, perseguidos y muertos por AMAR a JESÚS. ¿Quién puede ser más justo? Nadie que no lleve la justicia en su corazón, nadie que no sepa lo que verdaderamente es justo. Solo DIOS ES PADRE, TODOPODEROSO, JUSTO, MISERICORDIOSO, BUENO, SENCILLO, INSOBORNABLE, EXACTO, TIERNO Y RAZONABLE, CREADOR DEL UNIVERSO, GENERADOR DE LA EVOLUCIÓN Y FUNDADOR DE LA VIDA DEL HOMBRE.
Para AMAR al prójimo necesito la presencia de JESÚS, para AMAR a DIOS la relación con JESÚS.
DONDE DOS O TRES SE REÚNEN EN MI NOMBRE, ALLÍ ESTOY YO EN MEDIO DE ELLOS (Mt. 18, 20).

DEJAR DE SER ESCLAVO DEL PECADO PROVOCA AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS Y AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario